Ritz y Sieg v02-c23

Nota: esta es la historia de las sobrinas de Sieg.


Capítulo 23: Las Hermanas soñadoras y el Hada de la Nieve

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Si colocas un frasco de miel, galletas caseras y flores blancas en la repisa de la ventana, un hada te visitará.

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Las hermanas Edelgard y Adeltraud se mudaron a la casa de sus abuelos hace medio año. El motivo fue porque sufrían de bronquitis, así que el doctor les recomendó vivir en el campo por un tiempo, por lo que el padre de las hermanas escribió una solicitud de transferencia para regresar a su pueblo natal, el cual era abundante de naturaleza.

En el nuevo pueblo las hermanas no tenían ninguno amigo y había menos tiendas. El medio ambiente era muy diferente al anterior, por lo que se encontraban en un estado de confusión. Para las hermanas que habían vivido en la ciudad, habitar en la mansión rodeada por densos bosques oscuros era una experiencia aterradora y, debido a eso, pasaban todo el tiempo en su habitación.

Su abuela simplemente no podía quedarse de brazados cruzados, así que les leyó el cuento “Las hadas del bosque” que había leído cuando era niña para que se acostumbraran a las tierras de Thüringen.

—Entonces, ¿vendrá un hada en el invierno, querida abuela?

—Sí, lo hará.

Las hermanas se interesaron mucho en el hechizo para invocar un hada, el cual era dejar comida que les gustara a las hadas en las noches de luna llena.

—Aunque no podrán ver directamente a las hadas, ya que solo aparecen disfrazadas. Además, tampoco podrán ver sus pequeñas alas una vez que sean mayores.

—¡¿En serio?!

—Sí.

A las hadas les gusta la miel, galletas, bocadillos dulces y flores de invierno.

—Serán capaces de encontrarlas cuando den un paseo afuera.

Gracias a la historia de la abuela, surgió un brillo en los ojos de Edelgard y Adeltraud.

De esa forma, las dos comenzaron a pasear por el jardín en busca de un hada.

—¿El señor Hada será pequeñito, Oneesama?

—No lo sé… La abuela dijo que podría estar disfrazado —declaró Edelgard que tal vez no tendría la apariencia alada del libro ilustrado.

Incluso cuando la temporada cambió y la nieve comenzó a caer, las hermanas seguían sin encontrar a un hada.

—Entonces, ¿tendremos que hacer nosotras mismas las galletas?

—Hornear…es demasiado difícil para nosotras.

Pensaron que sería difícil sin las galletas, pero no podían rendirse.

 

Al día siguiente las hermanas fueron de paseo por el bosque ligeramente cubierto de nieve con su abuelo.

—¿No tienen frío, Edelgard, Adeltraud?

—Está bien, querido abuelo.

Edelgard también asintió para confirmarle que estaba bien.

Las dos habían ido al bosque para buscar una flor de invierno.

—¿De verdad hay flores por aquí, querido abuelo?

—Ah, creo que hay, o creo que no.

El abuelo de las hermanas procedió por el bosque confiando en sus recuerdos borrosos.

Mientras más se adentraban en el bosque, más oscuro y denso se volvía. Sus alientos salían blancos e incluso Adeltraud comenzó a toser.

—Deberíamos regresar pronto.

—¡Todavía estoy bien!

—Incluso si dices eso.

Si permanecían más tiempo en el bosque podrían atrapar un resfriado. Pensando de esa forma, su abuelo sugirió regresar a la mansión, pero ellas no estuvieron de acuerdo.

Si continúan así, debería cargarlas y llevarlas a casa, mientras pensaba eso, vio que Edelgard se agachaba.

—¡¿Te sientes mal, Edelgard?!

—¡¿O-Oneesama?!

Cuando Edelgard se giró, tenía una flor blanca y frágil en su mano.

—La encontré…

—¡Waa!

Debajo de la vegetación que había crecido, se asomaban flores blancas.

—Estas son schneeglöckchen.

—¡Qué lindas!

snowdrop
Schneeglöckchen o campanilla de invierno

Las flores que Edelgard había encontrado eran unas que florecían a principios de primavera; pero por alguna razón estaban floreciendo en esta temporada.

Las hermanas decidieron recoger solo una flor.

 

Por la noche colocaron la flor que encontraron en un florero a un lado de la repisa de la ventana, junto con un frasco de miel.

—¡Deseo que el señor Hada aparezca!

—Quiero verlo… aunque sea una vez.

Mientras miraban afuera de la ventana, la luna llena subía. También escucharon que la luna llena intensificaba el poder de las hadas. Contemplaron a la flor blanca brillar bajo la luz de luna, aun cuando sus corazones latían rápidamente, las hermanas fueron a dormir.

 

Por la mañana.

—¡Waa!

—Sorprendente…

Cuando abrieron los ojos, fueron recibidas por un mundo repleto de nieve. Había nevado tanto durante la noche que el jardín estaba cubierto por una alfombra de blanco puro.

—El señor Hada de la nieve hizo un hechizo, Oneesama.

—¿Eh?…

—Como dije, el señor Hada hizo magia.

—Realmente… ¿un hada? —murmuró Edelgard con la mirada vacía.

—¿Pasa algo, Oneesama?

Adeltraud miró a su hermana mayor mientras la tocaba de la cadera. Edelgard apuntó hacia el jardín con unas manos temblorosas. Luego, Adeltraud se asomó al mundo de nieve blanca.

—¡¿Eh?!

En el jardín había una persona blanca de pies a cabeza. Su cabello blanco estaba trenzado, el tono de su piel era de un blanco claro, inclusive sus ropas eran hechas de piel blanca.

—¿Será el señor Hada, Oneesama?

—S-sí… sin duda, eso parece.

Con sus ojos abiertos de par en par las hermanas no podían creer lo que estaban viendo.

Abrieron la ventana para ver si no estaban imaginando cosas y la figura del hada no desapareció. Edelgard tomó la campanilla de invierno y corrió hacia afuera. Adeltraud la siguió muy cerca detrás de ella.

Aun cuando los sirvientes les dijeron que permanecieran adentro porque podrían atrapar un resfriado, las hermanas insistieron que saldrían. Un sirviente trajo abrigos para que se los pusieran las hermanas. Una vez que estuvieron protegidas contra el frío, Edelgard volvió a correr.

Cuando llegó con su respiración agitada, se encontró con el hada blanca de antes frente a la puerta.

Edelgard contuvo la respiración y miró al hada. Al igual que en la ilustración del cuento de hadas, tenía un sedoso cabello blanco, ojos claros y suaves de color azul. El hada con la hermosa apariencia vio a la niñita y ladeó su cabeza de una forma encantadora.

Adeltraud alcanzó a su hermana y saltó de la sorpresa cuando vio al hada.

—¡W-waa, hada-mufu!

Edelgard se apresuró y cubrió la boca de su hermanita.

—¡Mufumufu!  —¿Qué estás haciendo? Protestó la hermana menor, pero la hermana mayor dijo para tranquilizarla.

—Si su identidad es revelada a los adultos, desaparecerá.

—¿Ustedes son?

Tras oír esa pregunta, las dos se pusieron nerviosas.

—Son mis sobrinas. La tranquila es Edelgard y la enérgica es Adeltraud.

—Ya veo~. Encantado de conocerlas, Edelgard, Adeltraud.

Ellas ni siquiera cuestionaron porque su tía fue la que trajo el hada a su hogar.

—¡Encantada de conocerte!

—Uum…

—¿Qué pasa?

Edelgard le mostró la flor blanca en su mano al hada de la nieve.

—Esto… si te gusta.

—Waa, qué linda flor.

Edelgard hizo una reverencia mientras que Adeltraud sonrió refrescantemente.

—Gracias por venir…

—Yo debería ser quien les dé las gracias.

El hada recibió la flor de las hermanas y se la mostró a su tía.

—Pues bien, ¡disfruta tu comida~!

—¡¿Eh?!

Adeltraud ofreció la flor que le gustaba al hada de la nieve y, a su vez, el hada mostró una expresión de sorpresa. A diferencia de él, Sieglinde que entendió la situación le susurró algo al hada que permanecía de pie con la mirada vacía. Comentó que se trataba de una comida deliciosa preparada como un gesto de bienvenida.

—¡Ah, e-entonces, eso!

Tras haber comprendido el significado de la flor que le habían dado, el hada disfrutó de la fragancia y tragó saliva. Luego, se comió la flor blanca y frágil de un solo bocado.

—E-estaba deliciosa~… Gracias. Fue difícil encontrar una flor como esa en la nieve, ¿verdad?

—¡Sí, Oneesama la encontró!

El hada se agachó y dijo palabras de reconocimiento, a las cuales Edelgard y Adeltraud se sintieron como en un sueño.

Después, cuando el hada fue presentado como el esposo de su tía, las dos se emocionaron aún más. Un hada que se enamoró de una mujer humana, qué maravilloso, pensaron y regresaron a su habitación en un estado excitado.

El hada que era su tío se quedaría con ellos por un tiempo.

El hada, llamado Ritzhard, era muy sabio y le enseñó a las hermanas los nombres de las flores y la vegetación durante sus paseos por el bosque, inclusive les mostró como hacer té y bocadillos.

Edelgard y Adeltraud quedaron tan fascinadas por las bendiciones de la naturaleza que incluso iban al bosque con sus sirvientes aun cuando su tío ya se había marchado.

El gentil bosque de primavera, la refrescante brisa del verano, los frutos del otoño y las hermosas plantas con nieve del invierno, sus corazones fueron cautivados por el bosque.

Y antes de que se dieran cuenta, llegaron a amar el pueblo con abundante naturaleza.

Eso no cambió incluso después de cinco o diez años.

Mientras anticipaban la visita del hada de la nieve una vez al año, la vida cálida de las hermanas continúo.

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Seguimos sin un capítulo de romance, pero al menos tenemos una dosis de ternura con las sobrinas de Sieg :3

8 comentarios sobre “Ritz y Sieg v02-c23

  1. Tanta lindura purifica.
    De verdad que la historia que armaron en su mente fue de lo mejor y cuando sepan que hay una aldea de las hadas creo que se unirán al club de apreciación y protección de esa aldea.

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    1. Incluso creo que fundaran su propia organización para proteger la aldea de Ritz, anteriormente ya invirtió un rey los fondos del reino para crear una muralla, no creo que toda una ciudad se oponga a la idea

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